¿Qué ha sucedido? Sauces de la infancia
Dormidos nuevamente bajo el sol.
¿Qué cosa, generosos nísperos, ha sucedido?
Inolvidables árboles de mi vida.
Repito vuestros nombres y la boca se me llena de vidrio.
Una culpable felicidad traspasa mi memoria
Como un puñal de seda.
Ciegos y hermosos fuimos entre las verdes hojas,
Igual que una sonrisa.
¿Qué ha sucedido que no tengo ojos?
Cielos que no me colmen de una atroz hermosura.
Muy pronto no habrá nadie, sino el atardecer
Como un árbol quemado, y no ustedes
Vivirán a su sombra, bien lo sé.
Vive de todo esto, la poesía,
En cuya hoguera, nada es, si no quema.
Nada importan los árboles callados, las preguntas.
El viento nos despeina todavía.
Solamente por ellos, por ustedes,
Por la tierra, los árboles,
Y acaso, amor, por ti,
Descabellado sueño, hace tiempo soñado.
César Calvo (Poemario)
Nosotros no hemos muerto jamás entre los pinos
En el Cusco, la piedra donde antaño nacían los violentos arcoiris, el tiempo de los héroes son diez huellas pequeñas en el borde de un pozo. Cayó aqui Sinchi Roca, Hijo del Sol matado por sus manos. Fueran ojos mis ojos si miraran, pero nada es memoria. Piedra sola partida por un rayo, sino este musgo negro, estas víboras mansas.
Los compañeros en cambio, con los ojos abiertos al peligro, soñaban más que nunca.Y ahora entre estas tumbas que son nuestras, las que ellos predijeron no serán encontradas jamás, ninguna piedra es señal de su paso, ni un arcoiris de humo se levanta, la soga del ahorcado no logró sostenernos. Nuestro heroísmo terminó con un palmo de narices en tierra al pie del árbol que buscamos entonces bajo la luna del siguiente día en las escalinatas de Ollantaytambo, tocando piedras muertas hace siglos, oyendo el viento negro de los lagos helados. No hay silencio posible, no hay olvido y nada encontraremos sino muros, más allá de estos muros, acaso alguna roca de cristal, semejante a nuestro amor, que suene inútilmente. Los compañeros ya jadeantes, nunca.
Nosotros compartimos otro vaso y el silencio es el mismo, no hay olvido, el rumor de los lagos nos lleva. Según se sabe Pedro agonizó tres noches, aún veía cuando los compañeros ya no tenían ojos a causa de los buitres. Él pudo recordar, oir su infancia, una casa cubierta por las olas, mientras un pico negro le buscaba el corazón. Cuando dejaremos de huir y de esperar. De todo lo que amamos solo queda la Piedra de Sinchi Roca y la desconocida Puerta de los Hermanos que entraron a la tierra.
Nosotros no hemos muerto jamás entre los pinos, nos hallamos tendidos bajo el follaje inmóvil y respiramos todavía esta inútil frescura. No hay olvido, mientras nos decidimos a volver a su encuentro.
Cesar Calvo (Poesía en el Cusco)
A orillas del Drawa, alguna vez
Era entonces la vida como una
jarcia al viento, en los altos establos o en la noche
el día de tus aguas rodeaba mi corazón,
y sobre ágiles campos de cebada, tú,
cómplice de mi infancia, Drawa de labios húmedos,
inventabas los juegos y los cantos.
Todo nacía de tu mano azul, todo volaba
oh río de ojos claros, como claro milagro.
Detenerte no puedo en esos años, cuando
el amable invierno te extendía como una blanca súplica
limosnero de mis pies y las estrellas
infatigable y luminoso y cálido, duende bueno
girando en mi alegría bajo los pinos enjoyados
como esqueletos de astros; o en el granero, tú y yo,
recostados, prohibidos en el heno, hasta que las agujas de los gallos
asediaban mis ojos, y el sol se incorporaba
como un convaleciente entre tus brazos, brazos de
invierno amable, pecho cándido, prestidigitador
omnipotente: entre tus verdes brazos que
no pudieron tampoco retener esos años, retenerme.
Negra y sedienta hoguera de la memoria en torno
a la cual danzan niños de ojos quemados,
crece hoy en tu lugar sobre las ruinas del invierno.
¡Cómplice de mis cantos, Drawa de labios húmedos,
oh río de ojos claros como un claro milagro,
ninguna huella dejan mis pies al recordarte:
al igual que tus aguas, el blanco tiempo del amor,
la infancia, se evaporó en los ojos de aquel negro verano!
Cesar Calvo (El último poema…)
 |
Piedra sola, Pumamarca, Cusco ©DLeynaud |
No hay comentarios:
Publicar un comentario