En el Cusco de época anterior al proceso de extirpación de idolatrías se realizaban todos los años importantes ceremonias de adoración al Sol. Dos de ellas tenían lugar durante su paso por el cenit.
Se llama Sol-Cenit al momento en que el Sol transita sobre el paralelo de un lugar en el punto mas alto del cielo. Esto se observa en la ciudad de Quito durante los equinoccios de marzo y septiembre, pero no sucede durante las mismas fechas en Cusco debido a que la antigua capital del Tahuantinsuyu se ubica a 13° 30" de latitud sur respecto del ecuador terrestre. Por lo tanto los tránsitos cenitales se producen aquí los días 30 de octubre y el 13 de febrero.
Estas son los únicos días del año en las que un objeto no produce sombra en el suelo, al mediodía. El evento puede remitir a una simple experiencia visual, sin embargo era muy importante durante la época incaica, cuyo máximo gobernante ostentaba el título de representante del Sol en la tierra, por lo tanto la acción de recibir los rayos de luz en el preciso momento en el que el astro se encontraba en lo mas alto de la bóveda celeste era un acontecimiento primordial desde el punto de vista cosmológico y político, pensamientos que no estaban disociados en la antigua sociedad andina, cuya estructura de poder regio dominaba los vínculos con el cielo.
El tránsito cenital se repite dos veces cada 365 días en toda el área ubicada entre los trópicos, y acontece solo una vez al llegar a ellos; entonces el sol se detiene (solsticio) en la curva que forma la “S” de su recorrido aparente (o eclíptica) para “regresar” lentamente al otro hemisferio. De este modo se produce el ciclo de las estaciones en ambas partes del globo.
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Huaca de Susurpuquio (Inkilltambo) ©DLeynaud |
Conociendo la posición exacta de las salidas y puestas durante los solsticios de diciembre y junio (cuando el sol alcanza los trópicos), y mediante las observaciones del Sol-Cenit en octubre y febrero, los sabios andinos lograron ajustar su calendario de manera eficiente, lo que les sirvió para el desarrollo de la producción agraria, como instrumento para organizar grupos sociopolíticos y ordenar sus intereses productivos, regular la irrigación de los campos, controlar la ganadería, el uso de los caminos y de la fuentes de agua; en fin, de toda la labor humana, incluyendo el almacenamiento de gran cantidad de bienes en los depósitos del Estado (qolcas) y el cobro de tributos en las distintas regiones del extenso territorio que estaba bajo su administración. Para todo hubo, en el Peru antiguo, un tiempo específico y programado.
Si bien la técnica que utilizaban para llevar la cuenta de los días es una incógnita para nosotros es factible proponer que los incas dividían el tiempo en meses lunares y móviles, enmarcados dentro del año tropical solar. El calendario andino no fue descripto de manera eficiente por los cronistas debido a poseer estos una visión limitada por los preceptos culturales europeos de la época y a su desconocimiento de la astronomía, de tal forma que los datos presentados en los escritos son confusos y contradictorios a la hora de ser estudiados; como resultado de ello cualquier intento de reconstruir su mecánica concluye en una hipótesis. La situación es muy diferente a la que encontramos en mesoamérica, donde las estructuras calendarias y su forma de medir el tiempo perduraron y continúan siendo utilizadas en el presente. Por cierto, no contamos tampoco con la valiosa ayuda de fuentes originales como los códices y las inscripciones jeroglíficas grabadas en estelas y paneles de piedra. La aislada sociedad andina alcanzó la cumbre de su desarrollo como civilización siendo clasista y ágrafa, por lo tanto la mayor parte de sus conocimientos sucumbieron junto al hermetismo del poder que los centralizaba, amén de la labor realizada posteriormente por voluntariosas manos evangelizadoras.
Sin eufemismos
La destrucción de ídolos, tejidos, momias, queros, vasijas, monumentos y todo tipo de objeto considerado parafernalia utilizada en rituales idólatras fue una acción sistemática fomentada por la iglesia y los administradores de justicia virreinales, que apuntaba específicamente a desarraigar los cultos autóctonos, exterminándolos por la fuerza. Con tal tenacidad funcionó esta empresa que a comienzo del siglo XVII existió en el Perú el cargo de instrucción denominado “Visitador de Idolatrías”. Esta continua persecución represento una pérdida irreparable en la herencia cultural de los pueblos andinos. La empresa evangelizadora fue uno de los títulos jurídicos de la conquista, que luego del sometimiento por las armas inició la colonización espiritual, actitud que con el correr del tiempo, y por sus resultados ambiguos, se endureció a extremos inquisitoriales.
Ceques e hipótesis
Afortunadamente ha quedado documentada por el cronista, encomendero y funcionario virreinal Polo de Ondegardo una detallada relación de los ritos que se llevaban a cabo en las principales wak'as (de entre las 328 integrantes) del sistema de 41 Ceques del valle de Cusco (en el que cada adoratorio tenía asignada una fecha determinada para los oficios). En la representación hipotética del calendario de Ceques se le otorga a cada día un espacio dentro del año lunar sinódico (de 328 días), obteniendo de este modo 12 meses de duración desigual, más un 13avo mes que estaba compuesto por días que no se contaban como laborables y sucedía durante el período de ocultamiento de las Pléyades (37 días). Era el momento del descanso una vez finalizado el acopio en los almacenes o qolcas. Dicho lapso completaba el año solar (328+37=365) y acontecía alrededor del mes de mayo.
El Templo del Sol
Mediciones realizadas in situ revelan un interesante dato referido al 13avo mes: en el Templo del Sol, el más importante espacio ceremonial del Cusco y punto central desde donde irradian los ceques hacia las diferentes direcciones del valle, el pasillo que separa los principales adoratorios (donde se encontraban las decoraciones de oro y telas finas en el marco de las hornacinas y el ídolo/bulto laminado de metal precioso descripto por los primeros españoles en ingresar al sitio), está orientado, observando hacia el este, en una alineación exacta correspondiente con la primera aparición helíaca de las Pléyades (constelación llamada Qolca) la madrugada del 25 de mayo, sobre el horizonte que forman los cerros que rodean la ciudad. Esta primera aparición en el cielo nocturno de aquel grupo estelar definiría las siguientes fechas del calendario andino: a) durante la luna llena mas cercana al 25 de Mayo se realizaba la gran celebración del mes (nótese su coincidencia espacial con el actual Qoyllur Riti); b) desde la luna nueva previa a ésta y hasta la de mediados de junio era el "mes" de descanso (en el cual se realizaba la reunión de las comunidades); c) Durante la luna nueva posterior, de mediados de junio en adelante, se iniciaba un nuevo año con la celebración de Inti Raymi y el solsticio. Los ciclos lunares y la posición de ciertas constelaciones eran determinantes en la partición de los meses dentro del calendario Incaico, en este caso para el cierre del ciclo productivo y el inicio de un nuevo año.
Los textiles como soporte ideológico
Otros documentos históricos nos informan de las túnicas o uncus que vestían el Inca y su corte durante los fastos, y de los diseños de las telas (llamados tocapus), en las que se representan motivos determinados para cada mes del año y que los integrantes de los ayllus y las panacas vestían en las procesiones y oficios religiosos. Por otra parte, en la costa central del Perú se halló evidencia material de registro calendario en textiles arqueológicos pertenecientes a la cultura Nazca, una sociedad muy anterior a la Inca, en cuyas magníficas telas figuran bordados en los que se representan ciclos anuales completos. Otro material textil, hallado en Chuquibamba, Arequipa, es un Uncu que parece representar un ciclo solar completo de 365 días.Todo esto forma parte de un corpus material en el que subyacen los fundamentos epistemológicos de la cultura indígena.
Ritos al Sol
Los actos de adoración, festejo y regocijo del Inca y de sus súbditos en la llaqta del Cusco durante estos días tan peculiares de tránsito cenital se debían, precisamente, al hecho de que el Sol "bajaba" a “sentarse” de lleno, con toda su luz, sobre los asientos tallados en la piedra de las huacas y transitaba sobre las magníficas columnas o mojones -llamadas sukankas en quechua- colocadas en la cima de los cerros de los alrededores de la ciudad. Un magnífico acontecimiento sin lugar a duda.
El momento de “asiento del Sol" tiene, ademas, un componente primordial: prefigura el inicio de la esperada temporada de lluvias, que se manifiesta a partir del mes de noviembre y finaliza en marzo, siendo por lo tanto fecha clave para verificar el calendario agrícola.
La observación de amaneceres y puestas durante estos días sirvieron al Inca para calcular también el momento análogo en el que el sol alcanza el Nadir, es decir, cuando llega a su punto más elevado pero en el lado opuesto de la tierra. Si bien no tenemos certeza de que los antiguos observadores del cielo imaginaran este concepto tal cual lo interpretan los astrónomos modernos, es exacta la utilización de aquellas dos fechas para realizar rituales relacionados a la actividad productiva. El Nadir ocurre durante la noche del 26 de abril (fecha de clausura del rito de la cosecha) y el 18 de agosto (día en que se "abre" la tierra).
Addenda
En el marco de su registro ritual anual los incas incluyeron seis principales observaciones del horizonte: dos de ellas se realizaban durante los solsticios (una a la salida del sol, el 21/12 y otra en su puesta, el 21/6); dos en los amaneceres de los días en que el astro pasa por el cenit (30/10 y 13/2), y dos puestas de sol en el atardecer de los días que se ubican en una fecha intermedia entre cada paso cenital, pero con dirección de observación opuesta a la de estos eventos, que es precisamente cuando el sol pasa por el Nadir.
Fuentes: “El calendario Inca. Tiempo y espacio en la organización ritual del Cusco”, Zuidema, Tom, Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú; “La civilización Inca del Cusco”, Zuidema, Tom, Ceques Editores; “Códigos de tiempo. Espacios rituales en el mundo andino”, Zuidema Tom, Apus Graph Ediciones. “El espacio sagrado de los Incas. El sistema de Ceques del Cusco”, Bauer, Brian, Editorial Centro Bartolome de las Casas. "Astronomía Inka", Erwin Salazar Garcés, Editorial Museo Andrés del Castillo. “Historia del Tahuantinsuyu”, Rostworowski de Diez Canseco, Maria, Instituto de Estudios Peruanos. “Los mitos y sus tiempos”, Luis Millones y Alfredo Lopez Austin, Editorial Era. “Observadores del cielo”, Anthony F. Aveni, Editorial Fondo de Cultura Económica.
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