domingo, 20 de noviembre de 2022

Territorio encendido


Cañón del Apurimac ©DLeynaud

Paisaje

Árboles de este tiempo, verdes, 
Blancas colinas de La Mar,
Nada importa ni los árboles cantados.
En un bosque, oloroso, yacen los que ya no
Mientras nosotros consumimos sus fúnebres cigarros.

Olivos del amor, ¿Que ha sucedido?
Nace la alegría de tu boca 
Rodeándonos como el agua en los huertos de Huamanga

¿Qué ha sucedido? Sauces de la infancia
Dormidos nuevamente bajo el sol.
¿Qué cosa, generosos nísperos, ha sucedido?
Inolvidables árboles de mi vida.
Repito vuestros nombres y la boca se me llena de vidrio.
Una culpable felicidad traspasa mi memoria
Como un puñal de seda.
Ciegos y hermosos fuimos entre las verdes hojas,
Igual que una sonrisa.
¿Qué ha sucedido que no tengo ojos? 
Cielos que no me colmen de una atroz hermosura.

Muy pronto no habrá nadie, sino el atardecer
Como un árbol quemado, y no ustedes
Vivirán a su sombra, bien lo sé.
Vive de todo esto, la poesía, 
En cuya hoguera, nada es, si no quema.
Nada importan los árboles callados, las preguntas.
El viento nos despeina todavía. 
Solamente por ellos, por ustedes, 
Por la tierra, los árboles,
Y acaso, amor, por ti,
Descabellado sueño, hace tiempo soñado.



                                    César Calvo (Poemario)



   Nosotros no hemos muerto jamás entre los pinos

En el Cusco, la piedra donde antaño nacían los violentos arcoiris, el tiempo de los héroes son diez huellas pequeñas en el borde de un pozo. Cayó aqui Sinchi Roca, Hijo del Sol matado por sus manos. Fueran ojos mis ojos si miraran, pero nada es memoria. Piedra sola partida por un rayo, sino este musgo negro, estas víboras mansas. 

Los compañeros en cambio, con los ojos abiertos al peligro, soñaban más que nunca.Y ahora entre estas tumbas que son nuestras, las que ellos predijeron no serán encontradas jamás, ninguna piedra es señal de su paso, ni un arcoiris de humo se levanta, la soga del ahorcado no logró sostenernos. Nuestro heroísmo terminó con un palmo de narices en tierra al pie del árbol que buscamos entonces bajo la luna del siguiente día en las escalinatas de Ollantaytambo, tocando piedras muertas hace siglos, oyendo el viento negro de los lagos helados. No hay silencio posible, no hay olvido y nada encontraremos sino muros, más allá de estos muros, acaso alguna roca de cristal, semejante a nuestro amor, que suene inútilmente. Los compañeros ya jadeantes, nunca. 

Nosotros compartimos otro vaso y el silencio es el mismo, no hay olvido, el rumor de los lagos nos lleva. Según se sabe Pedro agonizó tres noches, aún veía cuando los compañeros ya no tenían ojos a causa de los buitres. Él pudo recordar, oir su infancia, una casa cubierta por las olas, mientras un pico negro le buscaba el corazón. Cuando dejaremos de huir y de esperar. De todo lo que amamos solo queda la Piedra de Sinchi Roca y la desconocida Puerta de los Hermanos que entraron a la tierra. 

Nosotros no hemos muerto jamás entre los pinos, nos hallamos tendidos bajo el follaje inmóvil y respiramos todavía esta inútil frescura. No hay olvido, mientras nos decidimos a volver a su encuentro.



                               Cesar Calvo (Poesía en el Cusco)



A orillas del Drawa, alguna vez

Era entonces la vida como una 
jarcia al viento, en los altos establos o en la noche  
el día de tus aguas rodeaba mi corazón, 
y sobre ágiles campos de cebada, tú, 
cómplice de mi infancia, Drawa de labios húmedos,
inventabas los juegos y los cantos.
Todo nacía de tu mano azul, todo volaba
oh río de ojos claros, como claro milagro.

Detenerte no puedo en esos años, cuando
el amable invierno te extendía como una blanca súplica
limosnero de mis pies y las estrellas
infatigable y luminoso y cálido, duende bueno 
girando en mi alegría bajo los pinos enjoyados 
como esqueletos de astros; o en el granero, tú y yo,
recostados, prohibidos en el heno, hasta que las agujas de los gallos 
asediaban mis ojos, y el sol se incorporaba 
como un convaleciente entre tus brazos, brazos de 
invierno amable, pecho cándido, prestidigitador 
omnipotente: entre tus verdes brazos que 
no pudieron tampoco retener esos años, retenerme.

Negra y sedienta hoguera de la memoria en torno 
a la cual danzan niños de ojos quemados,
crece hoy en tu lugar sobre las ruinas del invierno.
¡Cómplice de mis cantos, Drawa de labios húmedos,
oh río de ojos claros como un claro milagro,
ninguna huella dejan mis pies al recordarte:
al igual que tus aguas, el blanco tiempo del amor, 
la infancia, se evaporó en los ojos de aquel negro verano!


                             Cesar Calvo (El último poema…)

                                                                         

Piedra sola, Pumamarca, Cusco ©DLeynaud


miércoles, 2 de noviembre de 2022

Qoyllursayana (el dominio de las estrellas)



Qoyllursayana ©DLeynaud

Así se llama a las piedras labradas con forma de bandeja, por lo general redondas u ovaladas, que encontramos en algunas de las wakas del Cusco. Su función consiste en retener sobre la superficie cóncava determinada cantidad de agua lo que las transforma por refracción natural de la luz en espejos orientados al cielo. Eran utilizados por los sacerdotes en el contexto ritual de la observación astronómica nocturna para seguir a determinadas estrellas y grupos estelares durante su tránsito por el espacio. 


El espacio celeste

Los asterismos o agrupaciones de estrellas observados por las antiguas culturas del Perú conforman un ordenado sistema simbólico. En el gran anfiteatro del cosmos que es el espacio andino se manifiesta la voluntad de una fuerza creadora cuyos avatares climáticos configuran sobre la tierra el ciclo de la vida mediante la distribución de las aguas, los eventos atmosféricos y la regeneración de las especies. Los interlocutores con aquel cosmos llegaron a ser poderosos sacerdotes encumbrados en la élite gobernante, actores cuyos conocimientos se hallaban circunscriptos a un grupo hermético. Sin embargo, el hombre común, el campesino habitante de las diferentes regiones del territorio alejadas de los centros de poder utilizaba también métodos de observación de astros y constelaciones cuyo movimiento aparente en el cielo, combinado con las señales que le brindaba estacionalmente la naturaleza, le permitió programar y optimizar la actividad de su chacra: el momento ideal para la siembra, la cosecha y el ciclo reproductivo de los animales.

Para la cultura incaica propiamente dicha las estrellas eran “illas” o talismanes celestiales, entidades brillantes protectoras de los ciclos ligados a las actividades productivas del hombre, de las que eran corresponsables, de allí la necesidad de ofrendarles. Estas illas podían actuar en favor de una buena cosecha protegiendo a las sementeras de eventos indeseados como granizadas, lluvias excesivas o sequías producidos en el Kay Pacha, o "tiempo/espacio de aquí". Sobre ellas por lo tanto recaía el pedido de una buena temporada de aguaceros, maduración correcta de los frutos, multiplicación de los rebaños, salud, en fin, de todo lo relacionado con el equilibrio natural en un ecosistema sometido a los rigores climáticos extremos, como el fenómeno de El Niño. Había entonces que lograr el beneficio de los dioses para sortear las vicisitudes, caso contrario el "espacio terrenal" podía perturbarse y entrar en un profundo caos, generando una catástrofe en forma de hambrunas o enfermedades que golpearían a una población demográficamente muy expandida y dependiente de la producción agrícola para su subsistencia. Este pensamiento se corresponde, en cierto modo, con el principio político de reciprocidaddar para obtener un beneficio posterior.

El espacio celeste era pensado por la gran cultura andina como un lugar repleto de recursos, un ámbito con el que había que dialogar, con el que había que formular acuerdos.


Antecedentes

Es muy importante remarcar que no han sido los Incas los únicos poseedores de una cosmología compleja en el contexto de las sociedades prehispánicas del sur de América. Cientos de años antes otros grupos étnicos que poblaron el vasto territorio que se extiende desde el ecuador hasta el trópico de capricornio, incluso más al sur, practicaron observaciones espaciales y registros relacionados a ciclos solares y estelares. Quizás no existan vestigios materiales de todos ellos pero sus saberes fueron transmitidos y heredados mediante una intrincada red, en la oralidad, en los mitos y en otros intercambios. Estos siglos de experiencia previa en la observación del cielo del hemisferio sur, de ir moldeando conceptos, sirvió para dar forma al nutrido corpus que poseía la sociedad indígena al momento de la invasión europea. Sin duda la gran cultura Inca del tercer y último horizonte se benefició enormemente con toda esa experiencia. 

Un ejemplo de esto son los monumentos del intrigante Chavín, entre los que se encuentra la llamada piedra de las Pléyades, que no es otra cosa que una gran Qoyllursayana con siete cavidades horadadas en un cuerpo pétreo con forma de un gran felino y cuya manufactura precede por más de mil años a la ascensión del poblado de Cusco al rango de urbanización. Por otra parte en la conocida como Huaca del Sol y de la Luna, ubicada en el departamento peruano de La Libertad, se encuentra, en uno de sus recintos, un magnífico friso con pinturas realizadas por la cultura Moche hacia el siglo III de la presente era en el cual se describen acontecimientos estelares detallados con gran maestría y delicadeza. Estos son sólo un par de ejemplos de un complejo entramado de representaciones, que incluyen además del arte lítico o mural a la iconografía en diseños textiles y objetos de cerámica presentes en las culturas Nasca, Pucará, Tiawanaku, Huari, Chimú, Chancay, Chachapoyas, Chincha y Aymara.


Grupos Estelares - Las Pléyades: 

Las Pléyades eran el grupo estelar más relevante para los pueblos andinos. En el Cusco se las conocía con el nombre de Qolca (granero) o Qoto (como llaman al piloncito de papas u otros productos que las mujeres ofrecen sobre sus mantas, en los mercados). Su importancia no solo era central por motivos rituales y calendarios, sino que constituía un eficiente oráculo para predecir, mediante su observación en las qoyllursayanas (o como lo hacen incluso hoy en día los campesinos de ciertas zonas de los andes, en las cochas) el advenimiento de fenómenos climáticos. Este hecho de suma importancia se comprueba de la manera siguiente: cuando se aproxima una temporada de El Niño la humedad acumulada en el área sureste de los andes peruanos se incrementa al extremo de enrarecer la atmósfera, normalmente seca, y la visión habitual de las siete estrellas nítidas que componen el grupo en el cielo nocturno se perturba, tornándose borrosa, lo que representa el presagio de un futuro desequilibrio ambiental. Los dioses climáticos del Perú antiguo ponían desde el cielo sobre aviso a los hombres que próximamente habría contratiempos: lluvias a destiempo, excesivas, violentas granizadas e inundaciones, entre otra serie de desequilibrios. Esto sucedía periódicamente y sucede hoy en día con las mismas consecuencias devastadoras. Estar sobre aviso era primordial.


Qolca (Pléyades) ©Estes/Sasse


Una celebración moderna nos permite imaginar, tras su velo sincrético, lo que debió ser en el pasado un festejo mayor del pueblo andino: me refiero a la peregrinación al santuario del Señor de Qoyllur Riti (Estrella de Nieve), que se realiza anualmente pero con motivos cristianizados hacia la mismísima época de reaparición de la Qolca en el cielo en Sinakara, provincia de Quispicanchis, Cusco. Un magnífico evento al que tuve la gran fortuna de poder concurrir en tres oportunidades y en todo su desarrollo: desde el peregrinaje al santuario del Señor de la Estrella de Nieve, al pié del glaciar Colque Punku, hasta el ritual de Inti Alabado en la pampa de Tayankani.      


Ch'aska: 

Los Incas llamaban al planeta Venus Ch'aska Qoyllur, que en quechua significa "estrella de cabello enredado". Ch'aska es una de las Puriq Qoyllur, o "estrella que camina", debido al derrotero irregular con el que alterna su aparición en los crepúsculos. Es considerada en ciertos mitos muy antiguos del Cusco como un Auki, hijo predilecto del Inca que podía llegar a coronarse alguna vez supremo gobernante. El Inca delegaba en este Auki actividades de supervisión directa sobre el cumplimiento de sus órdenes en pueblos y lugares en los que no podía estar presente personalmente, lo que transformaba a la estrella en un verdadero lugarteniente celestial. El concepto Auki es muy interesante y demandaría una nota completa para ir desentrañándolo, debiendo incluir en él a todas las representaciones simbólicas del Inca en forma de figuras o bultos investidas de sus atributos y que los contingentes político militares del Cusco transportaban brindándole al soberano el don de ubicuidad por el cual podía estar "presente" en expediciones, guerras o de visita a los señores de otras regiones.   

El nombre Ch'aska siempre es compuesto, lo acompaña un adverbio que determina la posición matutina (Paqariq Ch'aska) o vespertina (Ch'isin Chaska) del astro. En el Cusco se llama cariñosamente "chaskosita" a la mujer de cabellos desflecados o enredados.      


Las Chakanas: 

Hay incontables Chakanas en el espacio pero ninguna de ellas tiene relación con el signo escalonado al que un mito moderno le atribuye erróneamente el nombre Chakana. Podemos tomar cuatro estrellas y unirlas para obtener una X o "cruz" imaginaria. La Chakana más grande del cielo se forma uniendo de a pares a los cuatro astros que configuran las extremidades de la constelación occidental de Orión (Betelgeuese, Aldebarán, Rigel y Saiph) Esta Gran Chakana o Hatun Cruz, tal es su nombre contemporáneose observa nítidamente sobre el cielo del Cusco en el centro de la bóveda celeste a comienzos del mes de mayo. Probablemente sea ésta Gran Chakana la alineación que describe, en el centro de su dibujo, el cronista indígena Juan Santa Cruz Pachacuti Yamki Salkamaygua, en el que el autor copia (por referencia) un mapa del cosmos que, según la crónica, estaba grabado sobre láminas de metal brillante en uno de los recintos principales del Templo del Sol.

La alineación conocida como Huchuy Chakana, (pequeña Chakana) es otro ejemplo de Chakana que encontramos en el cielo, en este caso en una posición austral. Su diseño, similar al azadón utilizado por los campesinos andinos, hace suponer un simbolismo agrícola. En occidente se la conoce como constelación de la Cruz del Sur.   


Urkuch'illay: 

Urqucha = machito; Illa(y) = resplandeciente. La "Llama Resplandeciente" es un grupo de estrellas que se ubica sobre la constelación de Lyra. Según Garcilaso era reverenciada por los pastores, en su crónica la menciona como " ... una llama o alpaca de muchos colores, siendo aliada de la conservación de la especie". Las Illas y Conopas son unas pequeñas figurillas de plata maciza o piedra, objetos muy importantes en el contexto ritual tienen por lo general unos cinco centímetros de altura y representan llamas. Se utilizan en enterramientos y pagos con fines propiciatorios.        


Los Amarus:

Son dos serpientes que habitan en el cielo y que, según cuentan los amautas, tenían la función de integrar los mundos. Estas representaciones simbólicas de grandes ofidios celestiales eran sumamente veneradas en el antiguo mundo andino. Una de ellas, Sach'amama, se encuentra sobre la constelación del Escorpión y es un ofidio terrestre que, según la mitología, se subió a un gran árbol y de allí pasó al cielo, donde comenzó a brillar con gran intensidad. El otro Amaru se encuentra al norte, en la constelación de la Osa Mayor, y su nombre es Yacumama. Este grupo de estrellas aparece periódicamente en el cielo por el norte y se pone en el nordeste, que es la dirección donde se encuentran los grandes ríos amazónicos. Yacumama es la gran serpiente amazónica que repta por el espacio, la madre de las aguas selváticas.

Amarus ©DLeynaud

Chuqui Chinchay o Choque Chinchay: 

Aquí el asunto se complica un poco. No está claro si Chuqui Chinchay (El Felino de Oro) es una constelación formada por ciertas estrellas del grupo del Escorpión o se llamaba así únicamente a Antares, la gran estrella roja que brilla en su interior. En mi opinión podría tratarse de un avatar producto de la yuxtaposición del Felino (que en realidad es un Gato Montés) con el Amaru. Existe un antiquísimo mito que habla del llamado “Felino de fuego”, como un animal con cuerpo de gato montés* y cola de serpiente, que emitía rayos, producía truenos, escupía granizo y convertía su orín en lluvia. Tenía una importantísima relación con los ritos del agua desde época pre-Inca, y es el mismo animal que se encuentra grabado en el pectoral del personaje que está en el dintel de la Puerta del Sol de Tiahuanaco, así también como en el oficiante o chamán representado en una valiosa cerámica Nasca conocida con el nombre de "Divinidad Suprema".

*Leopardus Jacobita 


Willka Wara o K'ancha Wara:

Willka Wara, o “Estrella Sagrada”, es Sirio, el cuerpo estelar más brillante del cielo, que se encuentra en el corazón del Can Mayor. Se hace visible cada noche desde el mes de noviembre y permanece en el cielo hasta el mes de junio, el mismo período de tiempo que demanda el cultivo, recolección y secado de la papa serrana, desde la siembra hasta ser transformada en chuñomoraya, dos alimentos primordiales para el pueblo altoandino. Se la considera por lo tanto protectora de este tipo de cultivos.   


Llamakancha:

Tres constelaciones llevan este nombre, que significa "El corral de las llamas". Son reconocidas porque sus formas semejan un corral de pirca. La primera se sitúa exactamente en la Corona Boreal y la segunda en la Corona Austral. Por su parte el registro etnográfico refiere que los Qeros, un pueblo muy antiguo de la provincia de Paurcartambo, en el Cusco, hablan de ellas con gran devoción, y de una tercera Llamakancha, que se encuentra ubicada en la constelación de Carina. Llamakancha es la constelación tutelar de los "llameros", hombres que se dedican a la crianza de camélidos. 


Willka Mayu:

La vía láctea es Willka Mayu, el gran "Río Sagrado" o "Celestial". Una peregrinación que el cronista Cristóbal de Molina describió con detalle se realizaba hacia el solsticio del mes de junio y era el tercer gran rito estacional del calendario incaico. El evento coincidía con el inicio del nuevo año y en él se reverenciaba a la Vía Láctea como oferente de las aguas que se derraman sobre la tierra. Lo llevaba a cabo el grupo de sacerdotes Tarpuntay, orden dedicada exclusivamente a las celebraciones agrarias. Durante diez días este grupo religioso peregrinaba desde el cerro Huanacauri, al sur de la ciudad, trazando un camino recto por las montañas hasta el santuario de Vilcanota, sito en La Raya, sobre las alturas divisorias del los actuales departamentos de Cusco y Puno. Era un ritual muy importante, con él se inauguraba un nuevo ciclo de trabajo agrícola, peticionando por futuras lluvias en un momento del año (mes de junio) en el que el cielo está totalmente despejado de nubosidad. Wilka Mayu se observa con toda su blancura extendiéndose sobre los valles centrales cusqueños. En el extremo sureste el gran "río sagrado" parece recostarse y tocar los nevados de La Raya, derramando simbólicamente el líquido precioso sobre los glaciares en los que nace el río Willkamayu (Vilcanota), cuyo cauce los sacerdotes seguían al regreso descendiendo a través de cañadas y valles por sitios como Rurucachi, Sicuani, Cacha Viracocha, Urcos, Pisaq, etc, hasta llegar a Ollantaytambo. Aquí los sacerdotes Tarpuntay abandonaban el acompañamiento de las aguas sagradas retornando al Cusco por un camino más corto a través de la quebrada de los Pomatales, Huarocondo, la Pampa de Anta y Poroy, para ingresar a la ciudad por el norte y finalizar el ritual en el Templo del Sol. Esta peregrinación se repetía durante el mes de noviembre, pero entonces realizando el recorrido de manera inversa, es decir remontando las aguas río arriba. Esta segunda fase del evento tenía lugar ya iniciada la temporada de lluvias en la región y probablemente su significado fuese expresar agradecimiento por el precioso líquido recibido.


Las constelaciones negras: 

Son las manchas oscuras que se ven en la vía láctea, cada una de ellas representa a un animal que habita la biosfera andina. La mas importante es la Llama, pero también hay una Perdiz, un  Zorro, un Sapo, un Cóndor, etc. Entre todos ellos se observa también la figura de un pastor. Nos ocuparemos de ellas en una próxima entrada.


Los Cometas:

"... y de las cometas saben lo que ha de suceder, buena o mala señal",  Guamán Poma de Ayala.

... continuará

jueves, 29 de septiembre de 2022

Alegoría del Sol Cenit


En el Cusco de época anterior al proceso de extirpación de idolatrías se realizaban todos los años importantes ceremonias de adoración al Sol. Dos de ellas tenían lugar durante su paso por el cenit.


Se llama Sol-Cenit al momento en que el Sol transita sobre el paralelo de un lugar en el punto mas alto del cielo. Esto se observa en la ciudad de Quito durante los equinoccios de marzo y septiembre, pero no sucede durante las mismas fechas en Cusco debido a que la antigua capital del Tahuantinsuyu se ubica a 13° 30" de latitud sur respecto del ecuador terrestre. Por lo tanto los tránsitos cenitales se producen aquí los días 30 de octubre y el 13 de febrero.

Estas son los únicos días del año en las que un objeto no produce sombra en el suelo, al mediodíaEl evento puede remitir a una simple experiencia visual, sin embargo era muy importante durante la época incaica, cuyo máximo gobernante ostentaba el título de representante del Sol en la tierra, por lo tanto la acción de recibir los rayos de luz en el preciso momento en el que el astro se encontraba en lo mas alto de la bóveda celeste era un acontecimiento primordial desde el punto de vista cosmológico y político, pensamientos que no estaban disociados en la antigua sociedad andina, cuya estructura de poder regio dominaba los vínculos con el cielo.

El tránsito cenital se repite dos veces cada 365 días en toda el área ubicada entre los trópicos, y acontece solo una vez al llegar a ellos; entonces el sol se detiene (solsticio) en la curva que forma la “S” de su recorrido aparente (o eclíptica) para “regresar” lentamente al otro hemisferio. De este modo se produce el ciclo de las estaciones en ambas partes del globo.

Huaca de Susurpuquio (Inkilltambo)
©DLeynaud


Conociendo la posición exacta de las salidas y puestas durante los solsticios de diciembre y junio (cuando el sol alcanza los trópicos), y mediante las observaciones del Sol-Cenit en octubre y febrero, los sabios andinos lograron ajustar su calendario de manera eficiente, lo que les sirvió para el desarrollo de la producción agraria, como instrumento para organizar grupos sociopolíticos y ordenar sus intereses productivos, regular la irrigación de los campos, controlar la ganadería, el uso de los caminos y de la fuentes de agua; en fin, de toda la labor humana, incluyendo el almacenamiento de gran cantidad de bienes en los depósitos del Estado (qolcas) y el cobro de tributos en las distintas regiones del extenso territorio que estaba bajo su administración. Para todo hubo, en el Peru antiguo, un tiempo específico y programado.

Si bien la técnica que utilizaban para llevar la cuenta de los días es una incógnita para nosotros es factible proponer que los incas dividían el tiempo en meses lunares y móviles, enmarcados dentro del año tropical solar. El calendario andino no fue descripto de manera eficiente por los cronistas debido a poseer estos una visión limitada por los preceptos culturales europeos de la época y a su desconocimiento de la astronomía, de tal forma que los datos presentados en los escritos son confusos y contradictorios a la hora de ser estudiados; como resultado de ello cualquier intento de reconstruir su mecánica concluye en una hipótesis. La situación es muy diferente a la que encontramos en mesoamérica, donde las estructuras calendarias y su forma de medir el tiempo perduraron y continúan siendo utilizadas en el presente. Por cierto, no contamos tampoco con la valiosa ayuda de fuentes originales como los códices y las inscripciones jeroglíficas grabadas en estelas y paneles de piedra. La aislada sociedad andina alcanzó la cumbre de su desarrollo como civilización siendo clasista y ágrafa, por lo tanto la mayor parte de sus conocimientos sucumbieron junto al hermetismo del poder que los centralizaba, amén de la labor realizada posteriormente por voluntariosas manos evangelizadoras.

Sin eufemismos

La destrucción de ídolos, tejidos, momias, queros, vasijas, monumentos y todo tipo de objeto considerado parafernalia utilizada en rituales idólatras fue una acción sistemática fomentada por la iglesia y los administradores de justicia virreinales, que apuntaba específicamente a desarraigar los cultos autóctonos, exterminándolos por la fuerza. Con tal tenacidad funcionó esta empresa que a comienzo del siglo XVII existió en el Perú el cargo de instrucción denominado “Visitador de Idolatrías”. Esta continua persecución represento una pérdida irreparable en la herencia cultural de los pueblos andinos. La empresa evangelizadora fue uno de los títulos jurídicos de la conquista, que luego del sometimiento por las armas inició la colonización espiritual, actitud que con el correr del tiempo, y por sus resultados ambiguos, se endureció a extremos inquisitoriales.

Ceques e hipótesis

Afortunadamente ha quedado documentada por el cronista, encomendero y funcionario virreinal Polo de Ondegardo una detallada relación de los ritos que se llevaban a cabo en las principales wak'as (de entre las 328 integrantes) del sistema de 41 Ceques del valle de Cusco (en el que cada adoratorio tenía asignada una fecha determinada para los oficios). En la representación hipotética del calendario de Ceques se le otorga a cada día un espacio dentro del año lunar sinódico (de 328 días), obteniendo de este modo 12 meses de duración desigual, más un 13avo mes que estaba compuesto por días que no se contaban como laborables y sucedía durante el período de ocultamiento de las Pléyades (37 días). Era el momento del descanso una vez finalizado el acopio en los almacenes o qolcas. Dicho lapso completaba el año solar (328+37=365) y acontecía alrededor del mes de mayo. 

El Templo del Sol

Mediciones realizadas in situ revelan un interesante dato referido al 13avo mes: en el Templo del Sol, el más importante espacio ceremonial del Cusco y punto central desde donde irradian los ceques hacia las diferentes direcciones del valle, el pasillo que separa los principales adoratorios (donde se encontraban las decoraciones de oro y telas finas en el marco de las hornacinas y el ídolo/bulto laminado de metal precioso descripto por los primeros españoles en ingresar al sitio), está orientado, observando hacia el este, en una alineación exacta correspondiente con la primera aparición helíaca de las Pléyades (constelación llamada Qolca) la madrugada del 25 de mayo, sobre el horizonte que forman los cerros que rodean la ciudad. Esta primera aparición en el cielo nocturno de aquel grupo estelar definiría las siguientes fechas del calendario andino: a) durante la luna llena mas cercana al 25 de Mayo se realizaba la gran celebración del mes (nótese su coincidencia espacial con el actual Qoyllur Riti); b) desde la luna nueva previa a ésta y hasta la de mediados de junio era el "mes" de descanso (en el cual se realizaba la reunión de las comunidades); c) Durante la luna nueva posterior, de mediados de junio en adelante, se iniciaba un nuevo año con la celebración de Inti Raymi y el solsticio. Los ciclos lunares y la posición de ciertas constelaciones eran determinantes en la partición de los meses dentro del calendario Incaico, en este caso para el cierre del ciclo productivo y el inicio de un nuevo año.

Los textiles como soporte ideológico 

Otros documentos históricos nos informan de las túnicas o uncus que vestían el Inca y su corte durante los fastos, y de los diseños de las telas (llamados tocapus), en las que se representan motivos determinados para cada mes del año y que los integrantes de los ayllus y las panacas vestían en las procesiones y oficios religiosos. Por otra parte, en la costa central del Perú se halló evidencia material de registro calendario en textiles arqueológicos pertenecientes a la cultura Nazca, una sociedad muy anterior a la Inca, en cuyas magníficas telas figuran bordados en los que se representan ciclos anuales completos. Otro material textil, hallado en Chuquibamba, Arequipa, es un Uncu que parece representar un ciclo solar completo de 365 días.Todo esto forma parte de un corpus material en el que subyacen los fundamentos epistemológicos de la cultura indígena.


Textil Chuquibamba
                                                    
Ritos al Sol

Los actos de adoración, festejo y regocijo del Inca y de sus súbditos en la llaqta del Cusco durante estos días tan peculiares de tránsito cenital se debían, precisamente, al hecho de que el Sol "bajaba" a “sentarse” de lleno, con toda su luz, sobre los asientos tallados en la piedra de las huacas y transitaba sobre las magníficas columnas o mojones -llamadas sukankas en quechua- colocadas en la cima de los cerros de los alrededores de la ciudad. Un magnífico acontecimiento sin lugar a duda.

El momento de “asiento del Sol" tiene, ademas, un componente primordial: prefigura el inicio de la esperada temporada de lluvias, que se manifiesta a partir del mes de noviembre y finaliza en marzo, siendo por lo tanto fecha clave para verificar el calendario agrícola

La observación de amaneceres y puestas durante estos días sirvieron al Inca para calcular también el momento análogo en el que el sol alcanza el Nadir, es decir, cuando llega a su punto más elevado pero en el lado opuesto de la tierra. Si bien no tenemos certeza de que los antiguos observadores del cielo imaginaran este concepto tal cual lo interpretan los astrónomos modernos, es exacta la utilización de aquellas dos fechas para realizar rituales relacionados a la actividad productiva. El Nadir ocurre durante la noche del 26 de abril (fecha de clausura del rito de la cosecha) y el 18 de agosto (día en que se "abre" la tierra). 

Addenda

En el marco de su registro ritual anual los incas incluyeron seis principales observaciones del horizonte: dos de ellas se realizaban durante los solsticios (una a la salida del sol, el 21/12 y otra en su puesta, el 21/6); dos en los amaneceres de los días en que el astro pasa por el cenit (30/10 y 13/2), y dos puestas de sol en el atardecer de los días que se ubican en una fecha intermedia entre cada paso cenital, pero con dirección de observación opuesta a la de estos eventos, que es precisamente cuando el sol pasa por el Nadir.

Fuentes: “El calendario Inca. Tiempo y espacio en la organización ritual del Cusco”, Zuidema, Tom, Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú; “La civilización Inca del Cusco”, Zuidema, Tom, Ceques Editores; “Códigos de tiempo. Espacios rituales en el mundo andino”, Zuidema Tom, Apus Graph Ediciones. “El espacio sagrado de los Incas. El sistema de Ceques del Cusco”, Bauer, Brian, Editorial Centro Bartolome de las Casas. "Astronomía Inka", Erwin Salazar Garcés, Editorial Museo Andrés del Castillo. “Historia del Tahuantinsuyu”, Rostworowski de Diez Canseco, Maria, Instituto de Estudios Peruanos. “Los mitos y sus tiempos”, Luis Millones y Alfredo Lopez Austin, Editorial Era. “Observadores del cielo”, Anthony F. Aveni, Editorial Fondo de Cultura Económica.

domingo, 10 de julio de 2022

Chuqui Chinchay, el felino de fuego


El gato andino es un felino autóctono de la cordillera de los Andes cuya población es escasa y se encuentra sumamente disgregada a raíz del avance de las actividades mineras y de la ganadería sobre los territorios que habita. Durante mucho tiempo la existencia de este bello e intrigante animal estuvo sumida en el misterio debido a que es un individuo muy difícil de encontrar tanto por su conducta elusiva como por su localización en zonas escarpadas de la cordillera, creyéndoselo incluso desaparecido. Antropólogos e investigadores de las culturas originarias nos hablan de antiguos mitos que lo mencionan como un animal sagrado con poderes sobrenaturales relacionados con el granizo, el arco iris y los manantiales. 

En la actualidad continúa siendo difícil de rastrear para estudiar su conducta, lo que le convierte en el mamífero menos estudiado por la ciencia. Sin embargo, con ayuda de la tecnología moderna se han obtenido en el último tiempo documentos fotográficos de muy alta calidad de varios ejemplares y sus crías. La distribución de su hábitat abarca cuatro países: Perú, Bolivia, Argentina y Chile, donde vive en los ambientes áridos y fríos de la puna y de la estepa sur andina. Es un hábil escalador y suele instalar su madriguera en lo alto de los roquedales y en las cuevas de las montañas; de hábitos solitarios y crepusculares el gato andino puede llega a vivir en alturas cercanas a los 5000 metros, como lo demostró el hallazgo de excrementos acumulados en "letrinas", espacios acotados que utiliza para defecar. Su alimento preferido es la carne de vizcacha, y solo en caso de necesidad extrema ingiere roedores pequeños o lagartijas. Se cree que las hembras tienen una sola cría por lechada ya que en las grabaciones registradas por las cámaras ocultas se las ha visto siempre acompañadas de un solo cachorro. 

Con la intención de concientizar a las comunidades de las regiones donde se halla presente sobre la importancia de su conservación y para prevenir acciones que amenacen el frágil ecosistema en el que convive junto a otras especies, la red multidisciplinaria Alianza Gato Andino (Andean Cat Alliance) agrupa asociaciones dedicadas a su estudio y protección, promoviendo el valor de la especie como animal emblemático de los Andes y fomentando una serie de actividades dirigidas al cuidado del ecosistema. Debido a que la supervivencia del gato andino se encuentra críticamente amenazada por factores como la contaminación de los ríos con desechos de metales pesados y cianuro, la desecación de los ojos de agua y la caza, ha sido incluido en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Su futuro, como el de muchos otros animales, depende de las acciones que se tomen para resguardar el medio ambiente en el cual vive desde hace milenios. 


Leopardus Jacobita ©AGA


El gato andino en la arqueología 

Algunos años atrás, mientras se realizaban trabajos arqueológicos en Laqo, una importante wak'a (o adoratorio) del sistema de ceques inca, ubicada junto al primer tramo del Capaq Ñan (camino principal) que se dirige al Antisuyu desde la ciudad de Cusco, se descubrió enterrada una escultura de piedra de gran porte y forma circular, sobre cuyo borde superior se encuentra tallada la figura de un animal recostado. Los arqueólogos que intervinieron en el descubrimiento describieron en principio a dicha figura como una "nutria de rio" debido a su connotación acuática, ya que estaba en un sector del recinto donde proliferaban los canales de agua. Con el tiempo y mediante un estudio comparativo de la escultura se llegó a la conclusión de que ésta no representaba a aquel animal sino mas bien a un gato montés (el Leopardus Jacobita), felino cuyo hábitat es, como se mencionó, la sierra alto andina hasta el límite de los hielos glaciares. Conocido como Titi en lengua aimara y como Osqollo o Chinchay en quechua, este bello felino de pelaje gris rojizo está ungido en la ideografía de los petroglifos tallados sobre las rocas de los Andes desde época prehistórica como una poderosa entidad de orden cósmico.                                              

Petroglifos de Toro Muerto,
Arequipa, Perú

Luego del hallazgo el monolito fue trasladado al Museo Regional de Cusco y colocado en una de las salas de la gran casona que otrora perteneciera a la familia Garcilaso, en la que se lo exhibió por algún tiempo bajo una filiación equívoca. Al asumir como directora de aquel espacio cultural la antropóloga Ana María Gálvez se llevaron a cabo bajo su tutela una serie de mejoras, que incluyeron la actualización museográfica de las salas. La escultura fue entonces objeto de un profundo estudio cuyo resultado permitió finalmente establecer su verdadera identidad como Chuqui Chinchay o el  Felino de fuego, un animal con poder de transmutación a los diferentes espacios del cosmos, presente desde hace milenios en la mitología andina. El interesante trabajo de investigación fue publicado completo en 2021 por Sinco Editores en Lima con el título: "Chuqui Chinchay, deidad del Agua - Animal de poder en la cosmovisión andina".                                                                          

Chuqui Chinchay, ©Museo Regional de Cusco,
Casona del Inca Garcilaso

El mito del Qoa

Un antiguo mito de los pueblos andinos, muy pero muy anterior a la época de esplendor Inca, nos habla del Qoa, un felino sobrenatural que emerge de puquios y manantiales en forma de nube negra y se desplaza hacia el cielo manteniendo su cola conectada a la fuente de agua. Lanza rayos, produce truenos, escupe granizo, convierte su orín en lluvia y despliega el arco iris; "espíritu poderoso, bueno y malo al mismo tiempo", prodiga la fecundidad de la tierra o la destruye. Era muy respetado porque disponía del agua, pudiendo transformarla en lluvia benigna, tormentas torrenciales o granizo devastador.

                                                                             

Textil arqueológico con diseños de felinos 
©MNAAHP/Lima, Perú

 
                                                                             
El felino y el Arco Iris

La representación de felinos asociados con el arco iris es una imagen reiterada en el arte de las culturas andinas y se la puede encontrar desde la antigüedad en diversos soportes materiales. En el presente se expresa también en la narrativa oral. Los felinos, en la tradición altiplánica, están particularmente vinculados a las cochas (lagunas), puquios (aguas de afloramiento) y manantiales, y son los responsables de prodigar fertilidad a los seres vivos de la tierra. Los informantes consultados en diferentes grupos comunitarios han relacionado el arco iris con eventos imprevistos e inquietantes. El gato, según se narra en los mitos, tiene la cualidad de trasmutarse en diversas entidades y de transportarse desde el plano inferior hacia los planos superiores del cosmos, siendo el nexo entre las aguas terrestres y celestiales.
       

Vasija cultura Nasca
©MNAAHP

Por otra parte, en esta importantísima vasija de la cultura Nasca catalogada por el Dr. Julio C. Tello en 1923 con el nombre de "Deidad Suprema", vemos claramente la figura del Qoa en el centro de la pieza emitiendo rayos por la cabeza y eyectando granizo por la boca. El personaje sobre el que aparece es un oficiante (chamán) transmutado en felino durante una ceremonia de ingestión de enteógenos, que lleva sobre su espalda dos troncos de wachuma (cactus de San Pedro), como así también espinas de esta cactácea cubriendo sus piernas y brazos metamorfoseados en figuras de serpientes con manchas de gato en el cuerpo, y un qoyllursayana (espejo para la observación ritual de los astros) sobre la cabeza, donde se refleja el felino, en este caso representando a la constelación, o estrella,  conocida por los pueblos de la antigüedad con el nombre de Felino de fuego.
 
                                                                              
 ©Alianza Gato Andino

Continuará...